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El cuerpo en una entrevista de trabajo

Respira hondo y tranquilízate. Es el primero de los consejos para afrontar una entrevista de trabajo, pero como esto a veces es difícil de conseguir por uno mismo, aquí tenemos algunos trucos para relajarse de manera natural y que los movimientos de nuestro cuerpo acompañen nuestro currículum.

El primer consejo es preparar la entrevista con tiempo para que tengamos más confianza en nosotros mismos y, en consecuencia, se noten menos los nervios.

Hacer deporte el día anterior para liberar tensiones y dormir mejor es fundamental para acudir descansado y despierto a una entrevista de trabajo. Para la gente con un mayor nivel de nervios, recomendamos tomar una infusión relajante, como es la tila, antes de acudir a la cita para ayudar a relajar el cuerpo. De manera complementaria, para la mente, se puede escuchar música suave en el trayecto e intentar respirar hondo para desacelerar el ritmo del corazón. Tu canción preferida o aquellas que lanzan mensajes positivos te ayudarán a llegar con tu mejor sonrisa hasta la entrevista, transmitiendo serenidad y seguridad a partes iguales.

Si al llegar te toca esperar hasta ser entrevistado, no resulta de buena educación hacerlo con los cascos en los oídos. Por eso, si quieres continuar con la música, intenta recordar en tu mente las canciones escuchadas previamente. También puedes ocupar tu mente leyendo alguna de las revistas que haya en la sala de espera.

Una vez dentro, debes tener en cuenta que los cinco primeros minutos supondrán la primera impresión que tengan de ti. Por eso debes saludar educadamente al entrar en la sala, estrechando la mano de aquellos que están y evitando dar dos besos para demostrar profesionalidad. Siéntate cuando te lo indiquen y hazlo con una postura cómoda, pero a la vez correcta. Procura no cruzar los brazos ni las piernas, pues da la sensación de que estás a la defensiva. Es mejor que las manos realicen gestos suaves para acompañar tus palabras. Por ejemplo, si te piden documentación procura facilitarla evitando que los papeles o el bolígrafo se caigan al suelo. En caso de que con estirar el brazo no alcances al interlocutor, debes ser tú quien se levante.

Por último, no olvides sonreír, ser cordial y educado.