Ante la dificultad de encontrar trabajo, muchas personas se plantean darse de alta en el régimen de autónomos para iniciar una actividad por cuenta propia. Si es tu caso, deberás tener en cuenta los gastos que esto implica.
La cuota de la Seguridad Social ronda los 270 euros mensuales, con independencia de que produzcas, vendas o no. Si es la primera vez que te das de alta puedes acceder a una bonificación del 80% de la cuota, lo que la deja en cincuenta euros durante los seis primeros meses. Entre el séptimo y duodécimo mes, habrá una reducción del 50% y en el último semestre la bonificación será de un 30%. Si te das de baja, los meses siguen corriendo y cuando vuelvas a darte de alta te aplicarán la ayuda correspondiente al mes de reincorporación, como si siempre hubieras continuado dado de alta. Esta ayuda estaba antes reservada a los menores de 30 años, para fomentar el empleo entre jóvenes, aunque finalmente el Gobierno lo amplió a cualquier edad.
Trimestralmente tendrás que declarar el Impuesto del Valor Añadido (IVA) de los productos vendidos, que en su mayoría tributan al 21%. Si en un trimestre no has vendido nada estarás exento de este pago, aunque sí continuarán el resto de los gastos.
Otro conocido impuesto, el de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) debe ser incluido en la factura que se tramite. En la última reducción, que comenzó a aplicarse en julio de 2015, el Gobierno central bajó el porcentaje a un 15%. Además, hay que hacer la Declaración de la Renta para que Hacienda calcule los beneficios del ejercicio, contabilizando ingresos y gastos.
Tengas un local de cara al público o trabajes desde casa, hay gastos que no podrás evitar, como es la luz, el agua, el gas, el teléfono, el Internet o el alquiler. Todas estas facturas deben incluirse en los gastos de la empresa (si se teletrabaja habría que calcular la parte proporcional) y hay que fijarse en el contrato de alquiler si el IBI (impuesto de Bienes Inmuebles) corre a cargo del dueño o del inquilino.
La compra de materias primas supondrá también un gasto periódico y puede significar una fuerte inversión inicial, así como la maquinaria que se precise para el desarrollo del trabajo, bien sea un simple portátil o un horno para hacer pan.
Otros posibles gastos son el mantenimiento de cuentas en bancos, la contratación de un seguro para tu negocio o el pago a asesores laborales para las dudas que puedan surgirte.